08 octubre 2007

Calentamiento global

Cosas que me llegan al email... vale la pena compartirlas, sobre todo ahora que la NASA ha corregido sus cifras de temperatura y resulta que el año más caliente del siglo es 1934.

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Esta semana la justicia británica ha emitido una sentencia contra el vídeo de Al Gore "Una verdad incómoda". El juez ha considerado que dicho documental, oscarizado y aplaudido por políticos de todo el mundo, está "sesgado políticamente" y exhibe un rigor científico más que cuestionable. Por ello, ha decretado que los centros que lo difundan adviertan a los alumnos del sesgo del contenido y permitan abandonar el aula a quienes no deseen verlo.

El juez de marras no es un científico; tampoco lo es el padre de familia (camionero, para más señas) que interpuso la demanda, al entender que estaban "lavando el cerebro" a sus hijos con la cinta de Gore. Pero ambos han puesto en juego el sentido común y el sano escepticismo. El trabajo del ya casi candidato al Nobel de la Paz puede ser mejor o peor desde el punto de vista cinematográfico, más o menos pertinente, más o menos acertado… pero no es un estudio científicamente solvente. No es un material educativo. No es imparcial. No es académico. Es una propuesta ideológica y partidista. Ofrecerlo en las escuelas (como se ha hecho en el Reino Unido y quiere hacerse en España) equivale a enseñar el programa de un partido político.

Parece que el brillo de Al Gore empieza a palidecer. Está perdiendo amigos. Ahora es un juez británico, pero antes fueron algunas figuras de la cultura progre americana. Recordarán que, entre el 6 y el 8 de julio de este mismo año, el mundo entero se dispuso a disfrutar de uno de los acontecimientos musicales más esperados de la década: la serie de conciertos Live Earth, impulsada por el ex vicepresidente de los Estados Unidos para concienciar a la población sobre los riesgos del calentamiento global. Medio mundo anduvo pendiente del acontecimiento, que duró 24 horas, unió a capitales de cinco continentes (Nueva York, Londres, Johannesburgo, Río de Janeiro, Shanghai, Tokio, Sydney y Hamburgo) y contó con la participación de artistas y grupos tan variopintos como Bon Jovi, Crowded House, Lenny Kravitz, Enrique Iglesias, Shakira, Linkin Park, Michael Nyman, UB40, Genesis, Madonna, Metallica, Red Hot Chilli Peppers, Roger Wates y The Police.

En una entrevista promocional del megafasto publicada por la revista Rolling Stone, Al Gore hizo un llamamiento al icono musical Bob Dylan para que se sumara a la iniciativa. Gore recordaba la letra de la canción "The Times They Are A-Changing", que Bob escribió en 1964: "Vamos, senadores, congresistas, / por favor, atended a la llamada, / (...) sacudid vuestros muros, / porque los tiempos están cambiando". El ex vicepresidente quizás desconociese que había una pequeña pega para que el viejo cantautor se afiliase a su campaña climática: en la misma revista, pero algunos meses antes, Dylan había exhibido su ácido escepticismo ante la idea de que el cambio climático sea una catástrofe para la humanidad. "¿Le preocupa el calentamiento global?", le preguntó el director de la Rolling Stone en el número conmemorativo del 40º aniversario de la publicación. "¿Calentamiento? –respondió el de Minnesota–. ¿Dónde está el calentamiento global? Si hace un frío de narices".

La gran figura de los conciertos solidarios, Bob Geldof, responsable de los polémicos recitales Live Aid, celebrados en los 80 en el marco de una campaña de lucha contra el hambre en África, también ha renegado del afán de protagonismo de Al Gore. "¿Para qué demonios ha organizado los conciertos Live Earth? ¿Para concienciarnos de lo malos que son los gases de efecto invernadero? ¡Ya estamos suficientemente concienciados!", ha llegado a decir Geldof.

En la misma línea se ha manifestado Roger Daltrey. En una entrevista concedida al diario londinense The Sun, el líder de los Who afirmó: "Tenemos problemas con el calentamiento global. Pero las preguntas y las respuestas son tan complejas que dudo de que un concierto las vaya a resolver". Daltrey dejaba caer lo que el grupo Artic Monkeys (uno de los iconos musicales de la era internet) se atrevió a decir por boca de su batería, Matt Helders: "Es un poco pretencioso para alguien que tiene 21 años, como yo, pensar que vas a cambiar el mundo con un concierto, sobre todo cuando en ese concierto estás gastando suficiente electricidad como para alimentar de por vida a 10 familias… ¡Es tan hipócrita!".

Parece que el discurso ambientalista, cuando se observa con lupa, lo tiene más difícil con los jóvenes comprometidos que los discursos en pro del desarrollo y los Derechos Humanos.

Lo que Geldof destapó con sus declaraciones sobre Al Gore es que los argumentos en contra del cambio climático son atractivos no porque el calentamiento en sí sea malo (de hecho, podría tener algunos efectos positivos), sino porque se nos amenaza con las inciertas consecuencias indirectas que pudiera tener, tales como un aumento de las enfermedades, de la pobreza, de las sequías... Mientras que estaba claro el objetivo de los conciertos de Live Aid: recaudar fondos para contribuir directamente a paliar la hambruna que padecían millones de africanos (aunque luego surgieron algunos oscuros problemas de distribución), en el caso de la lucha de Gore por el clima nadie sabe cómo se puede aprovechar la recaudación: no hay un destinatario directo de esos fondos que pueda ver así su vida mejorada. Para colmo, el historial de las organizaciones de defensa del medio ambiente muestra que a menudo éstas optan por soluciones contrarias a lo que el común de los mortales entiende por progreso. Por ejemplo, no está aún cerrada la herida producida por la prohibición del uso del DDT para combatir la malaria.

En este contexto, parece saludable advertir a las autoridades educativas de que trabajos como el de Gore no constituyen por sí solos una evidencia científica que pueda situarse al mismo nivel que los manuales de Biología, Física o Matemáticas. Si se introducen en la escuela, lo justo será advertir a los alumnos de que no muestran más que una de las caras de la moneda y, por supuesto, dejar en sus manos la opción de contemplarlos u objetar… Pero, claro, la objeción de conciencia, en éste y en otros muchos casos, es un derecho que sólo puedes ejercer con garantías si eres un camionero británico o una estrella del rock...

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